Dieta alcalina

Conseguir un peso ideal, evitar  el envejecimiento celular y desterrar enfermedades como el cáncer o las cardiopatías. Estas son algunas propuestas de la llamada dieta alcalina que  algunas medicinas alternativas proponen.

Los defensores de la dieta alcalina argumentan que las reacciones bioquímicas de nuestro cuerpo van mejor a pH alcalino (mayor de 7,0). Además, inciden en que la digestión estomacal de nuestras comidas habituales produce ácido en exceso y el cuerpo se acidifica. No aportan evidencias médicas contrastadas y contradicen los conocimientos fisiológicos. Nuestras reacciones bioquímicas no tienen lugar a un valor único del pH.

Pongamos un ejemplo. En la digestión, los glúcidos se comienzan a degradar en la boca al actuar las amilasas, que tienen un pH óptimo de 6,8 (débilmente ácido, casi neutro). Su degradación continúa en el estómago en medio muy ácido. La pepsina, cuya máxima actividad se da a pH 2,0, ataca en él a las proteínas. La digestión finaliza en el intestino. El jugo pancreático y la bilis, con pH mayor de 8,0, atacan a los lípidos en un medio alcalino.

Dejando de lado los pretendidos efectos milagrosos y las explicaciones pseudocientíficas, algunas de sus recomendaciones no serían motivo de objeción. Sin embargo, deberían asegurar el aporte de los nutrientes necesarios con una ingesta suficientemente variada.  Proponen el consumo moderado de alimentos que denominan ácidos (carne, marisco, harina de trigo, harinas blancas y leche) y prohíben el alcohol, las grasas saturadas, las bebidas gaseosas o los zumos envasados. Basan la dieta en el consumo de frutas (con pH naturales entre 2 y 5) y verduras (menos ácidas, pero con pH menores de 7).

También recomiendan incluir en la dieta el limón de forma habitual, porque dicen que está considerado un `gran alcalinizante´. En realidad este zumo, por contener en torno a un 6 % de ácido cítrico, tiene un pH francamente ácido, por debajo de 2,5. Además, al metabolizar el ácido cítrico (mediante el `ciclo del ácido cítrico´), los principales productos son también compuestos ácidos. El supuesto `poder alcalinizante´ del limón lo atribuyen a su contenido de sales de potasio, calcio y magnesio. Aún así, no hay datos concluyentes que confirmen esta afirmación.