Rutenio
El rutenio es un metal plateado, duro, poco llamativo y poco popular incluso entre los químicos.
En 1828, Gottfried Osann anunció el descubrimiento de tres elementos, “pluranium, polinium” – cuya existencia no llegó a confirmarse- y el rutenio, cuyo nombre homenajeaba a la región conocida como Rutenia que se encuentra hoy entre los países de Polonia, Eslovaquia, Ucrania y Rumania. Este último elemento, si sería aislado y purificado por Karl Klaus en 1844, quien será considerado como su descubridor.
Este elemento de número atómico 44 se puede encontrar en la naturaleza en algunos minerales raros, de ninguno de los cuales se obtiene comercialmente el metal, ya que es un subproducto en el proceso de refino del níquel. Su demanda no es muy elevada, 33 Tm durante 2018, aunque es cada vez mayor.
En electrónica se emplea en la fabricación de contactos eléctricos por su dureza y en ciertos componentes electrónicos.
En la industria química se usa en la fabricación de los electrodos que se utilizan para obtención de cloro por su resistencia a la corrosión y en catalizadores como el de la reacción de síntesis de amoniaco a partir de gas natural, el de la síntesis de ácido acético a partir de metanol o el que cataliza una reacción que permite a la cera disolver más cantidad de perfume, algo muy útil para fabricar velas más aromáticas.
En joyería se alea el platino con rutenio para darle mayor dureza, motivo por el que también se emplea en las puntas de las plumas estilográficas.
El rutenio no tiene un papel biológico.