Bromo
El bromo es un elemento de la familia de los halógenos cuyo nombre, que deriva del griego, significa hedor o pestilencia.
Historia
Los halógenos se sitúan en la penúltima fila de la tabla periódica. Al cloro lo conocemos por las piscinas, al yodo, por los antisépticos y al flúor, por la pasta de dientes. Pero el bromo es el menos conocido de todos.
Es muy reactivo y no se encuentra aislado en la naturaleza. Suele formar parte de sales muy estables, por lo que para descubrirlo hubo que aislarlo primero.
Dos químicos europeos lo lograron casi simultáneamente por separado. El alemán Carl Jacob Lowig a partir de aguas minerales en 1825 y el francés Antoine Balard a partir de algas en marismas de Montpelier en 1826. Ambos utilizaron gas cloro para separarlo de sus soluciones salinas, produciendo los humos acres que caracterizan al nuevo elemento.
Hoy en día el bromo se extrae a escala industrial de lagos salados que son especialmente ricos en este elemento, sobre todo en el Mar Muerto. El agua se trata trata en una gran red de piscinas de evaporación que utilizan energía solar para concentrar los minerales. La salmuera bruta pasa por una serie de procesos en los que se extrae potasio, magnesio y cloro. Y también bromo. Este elemento tóxico se envía a todo el mundo en tanques gigantes revestidos de plomo.
Propiedades
El bromo es el único elemento no metálico líquido a temperatura y presión normales (25ºC y 1Atm) . Este líquido rojo oscuro y de bajo punto de ebullición y alta densidad, presenta un olor intenso e irritante.
En contacto con la piel causa quemaduras instantáneas. Sus vapores son muy tóxicos, pero su olor sirve como aviso, por lo que es difícil que de esta forma produzca daños permanentes.
Aplicaciones
Hace unos cincuenta años, el bromo se producía a gran escala y se transformaba en muchos compuestos de usos muy variados.
La fotografía se basó en la sensibilidad a la luz del bromuro de plata, los médicos prescribían bromuro de potasio como tranquilizante, la gasolina con plomo necesitaba dibromometano para garantizar que el plomo se eliminara a través de los gases de escape, el bromometano se utilizó ampliamente para fumigar el suelo y las instalaciones de almacenamiento, y los extintores de incendios contenían compuestos volátiles organobromados. Tras la aplicación del Protocolo de Montreal, muchos de estos compuestos dejaron de utilizarse debido al papel que jugaban en la desaparición de la capa de ozono.
Sin embargo el bromo puede ayudarnos a capturar el mercurio que se desprende durante la quema de carbón en las plantas de energía, evitando así la emisión de un metal venenoso a la atmósfera.
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