Azufre

El azufre es un elemento químico, clasificado dentro del grupo de los no metales, que se encuentra de manera abundante en la naturaleza. Inodoro en su forma elemental, sus compuestos son bastante hediondos destacando el característico olor a huevos podridos del ácido sulfhídrico.

Este elemento, de número atómico 16 se genera en las supernovas al fusionarse silicio y helio. En la tierra se encuentra en depósitos volcánicos, aguas termales, y también en yacimientos subterráneos, principalmente en USA (Texas, Lousiana), Rusia, Japón, Canadá, Francia, México, Polonia y Sicilia. En estado combinado aparece en forma de sulfuros (pirita y galena) y sulfatos (yeso), en numerosos minerales. También se encuentra en gran variedad de compuestos orgánicos como proteínas animales y algunos vegetales.

El azufre es conocido desde la antigüedad. Los romanos lo extraían de las minas en Sicilia y lo utilizaban para hacer cerillas, como agente blanqueante y para el vino. Junto con el mercurio y la sal formaban la Tria Prima que según Paracelso, eran los principios de todas las sustancias. En el siglo XVIII, Lavoisier determinaría que era un elemento.

De color amarillo limón fuerte, amarronado o anaranjado, es insoluble en agua y arde con una llama azul. Se presenta en diferentes formas alótropicas en las fases sólida, líquida y gaseosa. El azufre sólido se conforma de una estructura molecular de anillos de ocho átomos y adopta una de dos formas cristalinas: el octaedro ortorrómbico y el prisma monoclínico.

La mayor parte de este elemento se destina a la producción del ácido sulfúrico, uno de los productos químicos más importantes, utilizado a su vez en la producción de fertilizantes a partir de fosfatos y amoníaco. También se emplea en la vulcanización del caucho, la fabricación de jabón, detergentes, cementos, aislantes eléctricos, plásticos, explosivos, blanqueadores, tintes, drogas, pinturas, papel y la refinación del petróleo.

Otra de las aplicaciones del sulfúrico está en la extracción de minerales, ya que es capaz de disolver las rocas que los contienen. Además, calma la piel, es ideal para tratar eczemas y reacciones alérgicas cutáneas. Elimina las toxinas, incorporándose principalmente en productos antiacné y antigrasa.

Azufre y lluvia ácida

La presencia de azufre en los combustibles fósiles es una de las causas de la lluvia ácida. Cuando el ser humano quema combustibles fósiles, libera dióxido de azufre (SO2) y óxidos de nitrógeno (NOx) a la atmósfera. Estos gases químicos reaccionan con el agua, el oxígeno y otras sustancias para formar soluciones diluidas de ácido nítrico y sulfúrico. Los vientos propagan estas soluciones acídicas en la atmósfera a través de cientos de kilómetros. Cuando la lluvia ácida alcanza la Tierra, fluye a través de la superficie mezclada con el agua residual y entra en los acuíferos y suelos de cultivo.

Esta acidificación del medio ambiente, produce la perdida de biodiversidad y productividad en los océanos y los bosques pueden perder biodiversidad y productividad y el aumento de la concentración de iones metálicos en las aguas continentales, por lo que pueden dejar de ser aptas para el consumo. La lluvia ácida también afecta al patrimonio artístico, histórico y cultural. Además de corroer los elementos metálicos de edificios e infraestructuras, deteriora el aspecto externo de los monumentos al depositarse sobre ellos. El mayor daño se produce sobre las construcciones calcáreas, como el mármol, que van disolviéndose poco a poco por el efecto de los ácidos y el agua.