Un abrillantador contiene tensioactivos, es decir, sustancias que bajan la tensión superficial del agua.

Es habitual el uso de abrillantador en el aclarado final en el lavavajillas. Se hace en caliente por varios motivos. Uno de ellos es que luego no hace falta secar manualmente. Una vez se ha ido el agua, la humedad que queda en los platos y vasos se evapora porque están calientes. Esto requiere la ausencia de gotas si no, la vajilla quedaría manchada.

Muchos detergentes lo usan para evitar que después del aclarado no quede apenas agua sobre la vajilla. Así, cuando ésta se seca, no queda ningún residuo.

En realidad cada plato o vaso queda revestido por una fina capa de abrillantador que no es, claro está, nada tóxico. Además, tienen ácido cítrico (presente también en las frutas cítricas), que neutraliza los residuos alcalinos del detergente. Éstos, en el calentamiento final, podrían dañar el vidrio y la cerámica, corroyendo la superficie.

Si queremos obtener abrillantadores más ecológicos, basta con poner en la cubeta del abrillantador un líquido ácido como el vinagre.