Yodo
El yodo es un elemento no metálico de número atómico 53 situado en el grupo de los halógenos. De color negro sublima fácilmente convirtiéndose en un vapor violeta.
El yodo fue descubierto por el francés Bernard Courtois en 1811. Trabajaba en la empresa familiar que se dedicaba a la fabricación del salitre necesario para la fabricación de pólvora. La materia prima era la ceniza de madera, pero en esos momentos la madera era escasa y la sustituyó por algas secas. Al tratar las cenizas de las algas con ácido sulfúrico concentrado, como hacía con las de madera, observó que se desprendía un vapor violeta. Este vapor cristalizaba sobre las superficies más frías.
Asombrado por su descubrimiento llevó los cristales al prestigioso químico Joseph Gay-Lussac quien le anunció que se trataba de un nuevo elemento. Gay-Lussac propuso el nombre de yodo por la palabra griega que significa violeta. Y le hizo llegar una muestra a su colega inglés Humphry Davy que confirmó el descubrimiento.
En la actualidad el yodo lo usa la industria farmaceutica, alimentación animal, colorantes y tintas, catalizadores industriales. Hace unos años también era empleado por la industria fotográfica pero la progresiva pérdida de importancia de la fotografía convencional o química ha hecho reducir su consumo.
Una dieta pobre en yodo ocasiona el crecimiento desmesurado del tiroides, que es una glándula situada en el cuello. Este aumento de tamaño puede llegar a ser apreciado a simple vista y recibe el nombre de bocio. Esta carencia era más frecuente en regiones alejadas de la costa en las que la dieta adolecía de falta de productos del mar. En la actualidad es habitual que se incorpore iodo a la sal de mesa para evitar ese riesgo.
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