El dióxido de azufre se origina por algunas actividades humanas como la tostación de sulfuros metálicos o la quema de combustibles fósiles que contienen azufre (S) en el transporte o en la industria.

La tostación de los sulfuros minerales se lleva a cabo para beneficiar metales. Por ejemplo, para obtener cinc se utiliza este proceso de tostación mediante el cual se calienta la blenda, mineral que contiene el sulfuro de cinc (ZnS) en la naturaleza, en una corriente de aire, de modo que se oxida a ZnO y se desprende dióxido de azufre (SO2). Posteriormente, el ZnO se trata en un alto horno con un reductor, generalmente carbón de coque, para que el óxido metálico se reduzca y deje libre el metal, desprendiéndose dióxido de carbono (CO2).

El cinc (Zn) es un metal que ocupa el número 23 entre los más abundantes de la tierra y tiene importantes aplicaciones como la fabricación de baterías para la industria aeroespacial y de ordenadores portátiles o piezas para la industria del automóvil.