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Pequeñas partículas, grandes consecuencias: el peligro de los microplásticos

29/12/2023

Fotografía ilustrativa del artículo

La purpurina, esas pequeñas partículas que han formado parte de nuestras manualidades, maquillajes y celebraciones durante décadas se enfrentan a una nueva realidad: su prohibición por razones contaminantes. ¿Por qué los microplásticos son perjudiciales para el medio ambiente? ¿Cómo nos afectan?

Prohibida la venta de productos que contengan microplásticos. Así de tajante ha sido la Comisión Europea en su lucha contra estos compuestos. Siguiendo la línea que inició con la estrategia REACH, una iniciativa que regula la protección de la salud humana y el medio ambiente frente a los riesgos derivados de las sustancias y mezclas químicas, la UE se lleva por delante la purpurina y una larga lista de productos entre los que se encuentran juguetes e incluso detergentes. Esta determinación será la responsable de evitar la dispersión de aproximadamente medio millón de toneladas de estas partículas sintéticas al medio ambiente.

La restricción adoptada afecta a “todas las partículas de polímeros sintéticos inferiores a cinco milímetros que sean orgánicas, insolubles y resistentes a la degradación”, según indica la Comisión Europea. Dentro de estos esfuerzos, la UE trabaja del mismo modo en localizar las diferentes fuentes responsables de la liberación de microplásticos, entre las que se encuentran la degradación de los neumáticos o la liberación a partir de la ropa, entre otras.

Pero, ¿por qué precisamente surge esta normativa en este momento? La investigadora del departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Granada (UGR), Verónica Godoy y la catedrática del departamento de Ingeniería Química de la UGR, Mónica Calero, son científicas cuyas líneas de investigación se centran en el estudio de los microplásticos. Ambas coinciden en que este proceso dio comienzo en 2016, con la elaboración por primera vez de un Plan para la Economía Circular por la Unión Europea. Este informe ya reunía diversas medidas que trataban de reducir la acción intencionada de polímeros sintéticos a productos como detergentes o cosméticos.

Dos años después, en 2018, se publicó la Estrategia Europea para los Plásticos, sin embargo, como indican las investigadoras, los objetivos de esta propuesta no eran muy concretos y resultaron poco vinculantes para las empresas. Fue en 2019 cuando salieron a la luz estimaciones numéricas precisas de las cantidades de microplásticos que se liberaban al medioambiente en la UE, un dato que llegaba a las 42.000 toneladas al año. “Nosotros hicimos una estimación a principios de 2021 de unas 85.000 toneladas al año en la UE, de microplásticos primarios (añadidos intencionadamente). Hoy día, se habla de cantidades que podrían estar en torno a las 300.000 toneladas al año. Por tanto, el problema ha ido creciendo de forma exponencial y ya se ha convertido en algo más tangible a lo que hay que poner solución”, indican las expertas.

El nuevo reglamento aprobado por la UE pretende, tal y como apuntan Verónica Godoy y Mónica Calero, restringir y controlar la comercialización y utilización de micropartículas añadidas intencionadamente a numerosos productos de uso cotidiano, pero solo hace referencia a los “microplásticos primarios”. Los productos que, conforme señalan las investigadoras, han salido afectados por esta normativa son los siguientes:

  • Perfumes y fragancias en las que se utilicen microencapsulaciones para su fabricación.
  • Productos de cuidado personal, especialmente exfoliantes u otros abrasivos. La prohibición se aplicará de forma inmediata.
  • Labiales, artículos para uñas y maquillajes. En estos casos, la prohibición se aplicará tras un período de 4 a 12 años, dependiendo de la complejidad del producto, de la necesidad de reformulación y de la disponibilidad de alternativas adecuadas.
  • Ceras, abrillantadores y ambientadores.
  • Purpurina en polvo. En este caso la prohibición también se aplica con carácter inmediato.
  • Juguetes.
  • Algunos fertilizantes y productos fitosanitarios.
  • Relleno granular de superficies deportivas sintéticas (césped artificial).

Esta normativa reduce el nivel de estos compuestos, sin embargo, las investigadoras hacen hincapié en que: “aproximadamente el 90% de las liberaciones que se producen al medio ambiente proceden de los que llamamos “microplásticos secundarios”, lo que supone más de 1 millón de toneladas al año.

A pesar del pequeño tamaño de estas partículas y el hecho de que sea muy difícil identificarlas a simple vista, su uso continuado está asociado a graves consecuencias tanto para el medio ambiente como para los seres vivos que habitan en él, donde se incluye el ser humano. ¿Dónde se encuentra el origen de estos compuestos?

¿Qué son los microplásticos?

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico los define como “un grupo de materiales sintéticos que están hechos de polímeros derivados del petróleo o de base biológica. Son partículas sólidas, de tamaño inferior a 5 milímetros, que no son solubles en agua y cuya degradabilidad es baja”. Su procedencia es variada y tal y, como indica este informe, pueden provenir de:

  1. La fragmentación de grandes materiales por agentes como el poder oxidante de la atmósfera o las radiaciones ultravioletas, entre otras razones.
  2. La transformación de granza o pérdidas en la cadena de producción.
  3. La composición de productos de cosmética, limpiadores abrasivos o pinturas plásticas.
  4. Degradación de productos como neumáticos o campos deportivos artificiales.

La producción del plástico comenzó en los años 50, siendo considerada una invención material muy valiosa y útil en el día a día debido a la facilidad de su producción y a su bajo coste. En la actualidad, según indica el Programa para el Medio Ambiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se producen más de 430 millones de toneladas de plástico al año, se compran un millón de botellas de este material cada minuto y se utilizan cinco billones de bolsas anualmente, todos productos diseñados para ser usados y tirados.

Este mismo informe destaca la evolución de la producción de este material. Durante los primeros veinte años de uso, desde 1950 hasta 1970, se produjo una cantidad de plástico controlable y, por tanto, la preocupación contaminante no era aún muy destacable. Sin embargo, fue a partir de los años 70 y 90 cuando su producción fue triplicada, llegando, incluso, durante la década de los 2000-2010 a producirse más plástico que en los cuarenta años anteriores. La ONU calcula que, a este ritmo, se alcanzarán cifras alarmantes cercanas a las más de 1.100 millones de toneladas para 2050.

La investigadora del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA-CSIC), Ethel Eljarrat, estima que, desde el inicio de su elaboración, se han producido más de 8.000 millones de toneladas de este material, de las cuales 6.000 ya no están en uso, pasando a ser residuos. Este peso es equivalente, según indica el Grupo Iberdrola, a 80 millones de ballenas azules. Solo el 10% de esta gran cantidad es reciclado, otro 10% es incinerado y el 80% restante se encuentra en vertederos terrestres distribuidos por ecosistemas de todo el mundo.

Algunos de los plásticos más comunes que forman parte de nuestra actividad diaria son:

  • Tereftalato de polietileno (PET): se usa en botellas de agua o dispensadores.
  • Polietileno de alta densidad (HDPE): se usa en botellas de champú, de leche o bolsas de congelación.
  • Polietileno de baja densidad (LDPE): se usa en bolsas de supermercado o embalaje de alimentos.
  • Polipropileno (PP): se usa en bolsas de patatas fritas, tapas de botellas o mascarillas faciales.
  • Poliestireno (PS): se usa en cubiertos desechables.
  • Poliestireno expandido (EPS): se usa en tazas de bebidas calientes o embalajes protectores.

El fin de la cadena de producción de los plásticos comienza en nuestras manos. Estos materiales de un solo uso terminan convirtiéndose en contaminación al llegar a la naturaleza. ¿Cómo afecta la degradación de este componente al medio ambiente?

Los microplásticos en la naturaleza

Grandes cantidades de plásticos que se encuentran en el medio ambiente acaban siendo fragmentados en pedazos con motivo de diversos factores ambientales y biológicos. El investigador Ramón y Cajal del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea (IMHS) La Mayora, José Alejandro Heredia Guerrero, indica que hay amplia variedad de fenómenos responsables de la conversión del plástico en microplásticos, entre los que se encuentran los factores físicos, mediante la fragmentación en forma de polvo inducida por el movimiento marino; factores químicos, con motivo de la degradación por la radiación solar o las temperaturas; o incluso factores biológicos, debido a que algunas especies marinas, como indica el investigador, pueden producir cantidades de microplásticos a partir de grandes trozos de plásticos.

El Parlamento Europeo considera que para ser considerado microplástico, su tamaño debe ser menor a 5 milímetros a la vez que los divide en dos categorías: primarios y secundarios.

  • Los microplásticos primarios son aquellas partículas lanzadas directamente al medio ambiente que provienen del lavado de ropa sintética (35%), abrasión de los neumáticos (28%) o agregados intencionadamente para la elaboración de productos de cuidado personal como las partículas de los exfoliantes (2%). Asimismo, el Parlamento calcula que representan entre el 15 y el 31% de este componente en el océano.
  • Los microplásticos secundarios son aquellos que provienen de la degradación de grandes productos de plástico, como las bolsas, botellas o redes de pesca.

El mundo se ahoga en plásticos / Imagen de Freepik

Esta expansión global preocupa a expertos medioambientales. La ONU advierte de que los microplásticos y nanopartículas (aquellas de dimensiones menores a los 100 nanómetros) empiezan a estar presentes en la cadena alimenticia. Este informe indica que entre el 80 y el 90% de las partículas de plástico persisten en las aguas residuales. Este agua es posteriormente utilizada como fertilizante, lo que significa que acaban en los cultivos e incluso en el agua del grifo. En 2022, un estudio de la Asociación Hombre y Territorio (HyT) y la Universidad de Sevilla (US) constataba la presencia de microplásticos en el 75% de los ríos y arroyos españoles.

Sin embargo, a pesar de estar extendidos por todo el planeta, los métodos de detección del microplástico no son sencillos. Tal y como indica Heredia: “En primer lugar, es necesario hacer un buen muestreo del lugar que se quiere analizar, aunque, desgraciadamente, no es un proceso del todo estandarizado. Después, es necesario separar y aislar los microplásticos, un proceso que se realiza por diferencia de densidad en soluciones salinas saturadas. Por último, se identifican y cuantifican mediante el uso de microscopios y otras técnicas avanzadas de análisis químico”. Del mismo modo, Verónica Godoy y Mónica Calero destacan que: “normalmente no se pueden detectar a simple vista, por lo que no somos conscientes de que, en nuestro día a día, estamos rodeados de ellos, los respiramos y los ingerimos. Para detectar su presencia, hacen falta técnicas de microscopía y ensayos de laboratorio a veces complejos, por lo que no es algo accesible a todo el mundo y esto provoca desconocimiento en la población general, sobre su existencia y sobre los efectos nocivos que producen”.

El hecho de que se haya comprobado la existencia de estos materiales en el agua del grifo de cualquier hogar español pone en evidencia la necesidad de estudiar cómo afecta al ser humano la ingesta continuada de microplásticos.

Su creciente presencia y su impacto en la biodiversidad global plantean la necesidad de actuar sobre los microplásticos, mejorando nuestros hábitos de consumo y trabajando sobre la gestión de los residuos. La prohibición de la purpurina es uno de los pequeños pero grandes pasos que se plantean en el camino de la sostenibilidad y la reducción de nuestra huella en el planeta. Si les ofrecemos una vida útil más larga a los productos que usamos en nuestro día a día contribuiremos a conseguir un mundo menos contaminado, siendo la ciencia una herramienta clave en esta línea, mediante el desarrollo de productos más duraderos y sostenibles.

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